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Posturas Teológicas de la Universidad Biola

Artículos de Fe

Los Artículos de Fe, presentados aquí tal como fueron concebidos originalmente por los fundadores de la organización, han sido y siguen siendo la postura teológica declarada de la Universidad Biola y son una parte esencial de los Artículos de Incorporación de la universidad. Cuando el término "hombre" se utiliza para referirse a la raza humana, incluye ambos géneros.

Dado que la universidad es interdenominacional y, sin embargo, conservadora desde el punto de vista teológico, los Artículos de Incorporación contienen una declaración doctrinal que se presenta a continuación:

La Biblia, que consiste en todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, es la Palabra de Dios, una revelación sobrenaturalmente dada por Dios mismo, sobre Él mismo, su ser, naturaleza, carácter, voluntad y propósitos; y sobre el hombre, su naturaleza, necesidad, deber y destino. Las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento no contienen errores ni equivocaciones en sus enseñanzas morales y espirituales ni en el registro de los hechos históricos. No tienen ningún tipo de error o defecto.

Hay un solo Dios, que existe eternamente y se manifiesta a nosotros en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Nuestro Señor Jesús fue concebido sobrenaturalmente por medio del poder del Espíritu Santo, y nació de una virgen, María, descendiente del linaje de David. Vivió y enseñó y realizó poderosas obras y maravillas y señales exactamente como se registra en los cuatro Evangelios. Murió crucificado por Poncio Pilato. Dios resucitó de entre los muertos el cuerpo que había sido clavado en la cruz. El Señor Jesús después de su crucifixión se mostró vivo a sus discípulos, apareciéndose a ellos durante el espacio de 40 días. Después de esto, el Señor Jesús ascendió al cielo, y el Padre lo sentó a su derecha en los lugares celestiales, por encima de todo gobierno, autoridad, poder y dominio, y de todo nombre que se nombra, no sólo en este mundo, sino también en el venidero, y puso todas las cosas en sujeción bajo sus pies, y lo puso como cabeza de todas las cosas en la Iglesia.

El Señor Jesús, antes de su encarnación, existía en la forma de Dios y, por su propia voluntad, se despojó de su gloria divina, tomó la forma de siervo y tomó la semejanza de un hombre. En su estado preexistente, estaba con Dios y era Dios. Es una persona divina que posee todos los atributos de la Deidad, y debe ser adorado como Dios por los ángeles y los hombres. "En Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad". Todas las palabras que pronunció durante su vida terrenal fueron palabras de Dios. No existe absolutamente ningún error de ningún tipo en ellas, y por las palabras de Jesucristo han de probarse las palabras de todos los demás maestros.

El Señor Jesús fue en todo sentido un verdadero hombre, con todas las características esenciales de la naturaleza humana.

Por su muerte en la cruz, el Señor Jesús hizo una expiación perfecta del pecado, mediante la cual se apaciguó la ira de Dios contra los pecadores y se estableció un fundamento sobre el cual Dios puede tratar con misericordia a los pecadores. Él nos redimió de la maldición de la ley al hacerse maldición en nuestro lugar. Aquel que carecía por completo de pecado se hizo pecado en nuestro lugar para que pudiéramos ser la justicia de Dios en él. El Señor Jesús vendrá otra vez a su tierra, de forma personal, corporal y visible. El regreso de nuestro Señor es la bendita esperanza del creyente, y en él encontrarán su consumación los propósitos de la gracia de Dios hacia la humanidad.

El Espíritu Santo es una persona, y posee todos los atributos distintivamente divinos. Él es Dios.

El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, pero la raza humana en su totalidad cayó en la caída del primer Adán. Todos los hombres, hasta el momento en que aceptan al Señor Jesús como su Salvador personal, están perdidos, entenebrecidos en su entendimiento, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, con el corazón endurecido, muertos moral y espiritualmente por sus delitos y pecados. No pueden ver, ni entrar en el Reino de Dios hasta que nazcan de nuevo del Espíritu Santo.

Los hombres son justificados a base del simple y único hecho de la sangre derramada de Cristo y bajo la simple y única condición de la fe en Aquel que derramó la sangre, y nacen de nuevo por la obra vivificadora, renovadora y limpiadora del Espíritu Santo, mediante la instrumentalidad de la Palabra de Dios.

Todos los que reciben a Jesucristo como su Salvador y su Señor, y lo confiesan como tal ante sus prójimos, pasan a ser hijos de Dios y reciben la vida eterna. De este modo se convierten en herederos de Dios y coherederos con Jesucristo. Al morir, sus espíritus parten para estar con Cristo en bienaventuranza consciente, y en la Segunda Venida de Cristo sus cuerpos serán resucitados y transformados en la semejanza del cuerpo de Su gloria.

Todos aquellos que rechazan obstinadamente a Jesucristo en la vida presente serán resucitados de entre los muertos y durante toda la eternidad existirán en el estado de angustioso tormento consciente, indescriptible e interminable.

La Iglesia está formada por todos aquellos que, en la presente dispensación, creen verdaderamente en Jesucristo. Es el cuerpo y la esposa de Cristo, a la que Cristo ama y por la que se ha sacrificado.

Hay un diablo personal, un ser de gran astucia y poder: "El príncipe de la potestad del aire", "El príncipe de este mundo", "El dios de este siglo". Él puede ejercer un vasto poder sólo en la medida en que Dios se lo permita. Al final será arrojado al lago de fuego y azufre y será atormentado día y noche para siempre.

Declaración de Principios Bíblicos

Preámbulo

En continuidad con siglos de cristianos que nos han precedido, creemos que la visión de Dios para la humanidad, encarnada en la persona de Jesucristo e iluminada por el Espíritu Santo a través de las Escrituras, es fuente de gran gozo y proporciona la mejor comprensión del sentido de la vida y del florecimiento humano.

De esta creencia general surgen las afirmaciones de nuestros inmutables Artículos de Fe - que nos fijan inextricablemente a nuestro núcleo doctrinal - así como los siguientes principios bíblicos, que expresan las convicciones de la Universidad Biola sobre cómo una universidad bíblicamente fiel en el siglo XXI debe manifestar el evangelio de Jesucristo en cómo vivimos, aprendemos y servimos en el mundo de Dios.

Al articular los principios bíblicos de nuestra comunidad, clasificados a continuación en tres secciones, reconocemos que algunos proponen distintas formas de entender la Biblia. Respetamos y protegemos la libertad de las comunidades en una sociedad pluralista para diferir en estas cuestiones. No pretendemos imponer nuestras convicciones a otras comunidades, y también esperamos que otros respeten y protejan la libertad de nuestra comunidad de creer y vivir según nuestras convicciones.

La Universidad Biola es una comunidad cristiana. Todo lo que hacemos se ampara en la realidad de que el Dios Trino, que reina supremo sobre el inmenso universo, desea una relación personal con nosotros. Esto lo hace posible ofreciendo una salvación iniciada por el Padre, asegurada por el Hijo y aplicada por el Espíritu.

La Buena Nueva que ha guiado a la Universidad Biola desde su fundación en 1908 se resume en dos palabras: Jesús salva. Las implicaciones de estas palabras son a la vez íntimas y vastas. Jesús nos salva individualmente, pero Jesús también salva al mundo. Nada en la creación está demasiado roto, demasiado depravado, demasiado arruinado para ser redimido por Jesús. En Cristo, y sólo en Él, hay nueva esperanza, nueva vida, nueva creación.

Jesús salva. Son las palabras que a la Universidad Biola nos mantienen unidos como una comunidad de fe unida en Cristo, seguros de quiénes debemos ser y cómo debemos vivir.

I. El Diseño Intencional de Dios para la Vida

Creemos que Dios creó todas las cosas y estableció las leyes de la naturaleza, no al azar, sino según su plan perfecto, milagroso y lleno de propósito. Nuestra comprensión del origen de la vida aumenta gracias a la observación científica, pero no se limita a los procesos materiales. La existencia del mundo no puede explicarse adecuadamente salvo por el ejercicio inteligente del poder sobrenatural de Dios.

Dios creó el mundo natural y lo llamó "bueno", y después de crear al hombre y a la mujer declaró que su creación era "muy buena". El hombre, Adán, fue formado por Jehová Dios del polvo de la tierra y no de antepasados vivos, y Dios sopló en él el aliento de vida para que Adán se convirtiera en un ser viviente. La mujer, Eva, fue creada del costado de Adán, siendo ambos hechos a imagen de Dios.

Reconocemos que parte del buen diseño de Dios es la forma en que creó al hombre y a la mujer a su imagen para que florecieran en comunidad. En el principio, Dios diseñó el matrimonio como un vínculo de alianza entre un hombre y una mujer, afirmado por Jesús en el Nuevo Testamento. Dios bendijo esta unión matrimonial con una intimidad espiritual, emocional y sexual especial para el gozo, la satisfacción y la procreación. Asimismo, creemos que la intención de Dios para la intimidad sexual es que ocurra sólo en el pacto del matrimonio entre un hombre y una mujer.

II. El Valor Sagrado de Dios para la Vida

Creemos que nuestro llamado bíblico a ser buenos administradores de la creación implica cultivar un sentido de asombro y reverencia ante el sagrado misterio de la vida humana creada a imagen de Dios. El rico mosaico de culturas y etnias humanas glorifica a Dios, ya que el hombre y la mujer reflejan su imagen y ambos son valiosos ante Él. Todos los seres humanos han sido creados con dignidad e importancia intrínsecas. No hay excepciones.

Esta comprensión del valor humano comienza con el reconocimiento de que la concepción marca el inicio de la vida humana y la plenitud de lo que es ser humano. Cada persona tiene derecho a la vida y a la protección contra el mal. Defendemos el valor que Dios ha dado al ser humano al proteger el valor de las personas desde sus comienzos hasta su último aliento. Nos oponemos a que se arrebate la vida inocente, desde el aborto hasta la eutanasia.

Al ver la vida humana como un tapiz sin costuras, afirmamos la humanidad y la dignidad de los marginados médica y socialmente. Nuestra visión de la justicia social se basa en el llamado bíblico a cuidar de los miembros vulnerables de nuestra sociedad.

III. Los Planes Finales de Dios para la Vida

Dios es el autor soberano de la historia. Él está guiando todas las cosas hacia la promesa del regreso de Cristo a la tierra con poder y gloria, para juzgar al mundo con justicia, poner fin al mal y gobernar y reinar en el cielo nuevo y la tierra nueva, como morada eterna de los redimidos. Nosotros, los redimidos, vivimos fielmente el llamado de Dios a crecer en Él, a obedecer sus mandamientos, a deleitarnos en Él, a administrar su creación y a hacer discípulos de todas las naciones.

Como consecuencia de nuestra nueva vida en Cristo, gozamos del poder del Espíritu Santo y de la esperanza del regreso de Cristo, que nos impulsa a vivir con propósito y urgencia para cumplir su misión. El gran amor de Dios por el mundo nos llama a proclamar en palabra y en obra la buena nueva de la salvación que se alcanza mediante la fe en Cristo. También vivimos la plenitud de la vida en Cristo laborando por la justicia, la paz y la reconciliación en su nombre. Como el Cuerpo de Cristo - la Iglesia - buscamos dar testimonio del venidero Reino de Dios en cada dimensión de nuestras vidas como parte del anuncio evangelístico de que Jesús salva.

Postura de Enseñanza sobre la Escatología

La Universidad Biola mantiene la siguiente postura de enseñanza sobre la escatología:

En cumplimiento del propósito histórico de Dios para con la humanidad de gobernar y establecer el reino de Dios en la tierra (Génesis 1:28; Salmo 8:4-8; Mateo 6:10; Hebreos 2:6-9), las Escrituras enseñan un reino milenario de Cristo con Sus santos en la tierra tras Su regreso literal. La nación de Israel, habiendo sido redimida, desempeñará un papel central en llevar las bendiciones de la salvación a todas las naciones durante el milenio, en cumplimiento de las profecías bíblicas (p. ej., Isaías 2:1-4; 11:1-12; Jeremías 23:5-6; Ezequiel 37; Amós 9:9-15; Zacarías 14; Mateo 19:28; Hechos 1:6; 3:19-21; Apocalipsis 20:4-6). Tras el milenio, este reino se unirá al reino eterno (I Cor. 15:22-28).

Antes de estos acontecimientos mileniales, los creyentes serán arrebatados para encontrarse con el Señor en el aire (I Tesalonicenses 4:13-17). La fecha de este "rapto" es desconocida, y por lo tanto los creyentes deben vivir constantemente vigilantes y preparados.