¡En estos tiempos de coronavirus, necesito este recordatorio mas que nunca!

Mi perro se llama Barça, como el famoso equipo de futbol. Es un golden retriever. Mientras que escribo mi libro sobre el Evangelio de Juan, Barça esta sentado literalmente en el suelo a mis pies.

Puedo sentir sus pelos en mis piernas. Va a estar ahí conmigo todo el día, aunque quizá se mueva un poco hacia la pared cuando se canse. Pero Barça va a estar conmigo todo el rato mientras yo escribo. Cuando hago un descanso y me voy al sofá a ver televisión, Barça se viene conmigo. Se tumbará justo al lado de la puerta, vigilante. Si voy a la cocina a picar algo, se vendrá conmigo, pero no solo con la esperanza de que se me caiga algo al suelo. Barça quiere estar conmigo. Todo el tiempo. Si me subo al piso de arriba a echarme una siesta, se vendrá conmigo y o bien se pondrá a los pies de la cama, o se subirá conmigo y dormirá en la almohada de mi mujer (algo que ella odia).

Barça está conmigo todo el día, vaya dónde vaya. Si salgo a por el correo, se quedará en la puerta, esperándome con la cola en movimiento.

¿Por qué te cuento esto sobre mi perro Barça y su deseo de esta conmigo en todo momento? Porque creo que Jesús es de la misma manera. Creo que Jesús quiere estar con nosotros. No solamente quiere, es que le encanta - de verdad. Esta junto a nuestras camas cuando nos levantamos, y le alegra vernos a lo largo del día.

Creo que lo sentido un poco. Yo adoro a mis dos hijos, y me encanta ver todo lo que hacen. Me encanta especialmente verlos en sus competiciones deportivas. Me hace feliz, me da alegría. Me da pena cuando terminan los partidos. Quiero estar con ellos lo máximo posible.

Creo que Jesús es de la misma manera. Le hacemos feliz, le damos alegría. Le gusta estar con nosotros, de hecho “se regocijará por ti con cantos de júbilo” (Sofonías 3:17).

Mi mujer siempre ha pensado que Barça es un regalo. No siempre estoy de acuerdo, especialmente cuando nos deja un “regalo” en medio del salón. Pero hoy, con Barça a mis pies, es un regalo de verdad - un recordatorio de que Jesús esta aquí conmigo, mirándome, contento de ser parte de mi vida, alegre de lo que estoy estudiando y escribiendo. Por supuesto Jesús es mucho mejor que Barça, pero mi perro me recuerda la presencia de Jesús, y ese recordatorio es muy bueno.

Por regla general, lo suelo olvidar. Me olvido de que Jesús está aquí, y que le gusta estar conmigo. Normalmente lo olvido porque no lo puedo ver con mis ojos físicos. Pero si me paro a pensar en ello, sé que está aquí. Su presencia entre nosotros es una de las ultimas promesas que hizo a sus seguidores: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).

Ahora que acabo de escribir este párrafo, me voy al salón a ver un poco de futbol en la televisión. Barça se vendrá conmigo, al igual que Jesús.