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“Dios nos ama y nos invita a colaborar con el Espíritu Santo. ¿Acepta usted esta invitación?” Estas son las palabras que concluyen el libro Enseñando con unción: colaborando con el Espíritu Santo que tuve el placer de escribir junto con el reconocido educador cristiano Robert W. Pazmiño. Este libro acaba de salir publicado tanto en español como en inglés con el título "Anointed Teaching: Partnership with the Holy Spirit" y con la ayuda del Centro para el Estudio de la Obra y el Ministerio del Espíritu Santo Hoy de la universidad Biola. La publicación representa una colaboración entre dos educadores de diferentes generaciones, pero sobre todo una invitación a colaborar con el Espíritu Santo quien por su gracia nos permite unirnos al ministerio del Dios todopoderoso en este mundo.
Enseñando con unción: colaborando con el Espíritu Santo anima a los maestros cristianos a que den prioridad al Espíritu Santo, colaborando con él en sus ministerios por medio de los frutos de la liberación (salvación), la celebración (adoración) y el sustento (crecimiento y edificación) frente a un mundo que está desesperado por una verdadera transformación y vida espiritual.
El Espíritu Santo es esencial para la vida y el ministerio cristiano por lo que necesitamos su dirección o unción en todo momento. El último capítulo del libro enfatiza la importancia de nuestra vida espiritual para poder servir al Señor. Deseo compartirle los siiguientes párrafos de este de este capítulo para animarlo a colaborar con el Espíritu Santo en todo momento:
Nuestra relación Dios es central para nuestra vida y ministerio, pero es muy fácil estar tan ocupados en la obra de Dios que nos olvidamos del Dios de la obra. Todos los creyentes, pero en especial los líderes y maestros cristianos enfrentamos la tentación de preocuparnos tanto por nuestro ministerio que descuidamos nuestra relación con Dios y los demás. Lamentablemente, muchos creyentes proclaman que el cristianismo no es una religión sino una relación personal con Dios, pero viven siguiendo reglas religiosas y se olvidan de la relación una vez que deciden seguir a Cristo. Jesucristo nos invita a deleitarnos en su presencia y a disfrutar de una relación íntima con Dios a través del Espíritu Santo.
Nuestro Dios nos invita a disfrutar de su presencia. La vida y el ministerio cristiano tienen como fundamento nuestra relación con el Dios trino. Nuestra enseñanza debe fluir de una vida en colaboración íntima con el Padre, el hijo y el Espíritu Santo. La posición y contexto de nuestro servicio son totalmente secundarios a nuestra relación con Dios. Nuestra identidad en Cristo y la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas es la base fundamental de nuestro ministerio y enseñanza.
Jesús nos invita a disfrutar de una relación personal y comunitaria con él. La enseñanza con la unción del Espíritu Santo es una invitación profética a sentarnos a la mesa para cenar con Jesús. La invitación es abierta y todos son bienvenidos. Dios nos ama y nos busca con las manos abiertas para que corramos hacia él y encontremos paz.
Sin embargo, es importante reconocer y comunicar que para disfrutar de esta relación con Jesús es imperativo que tengamos un corazón humilde y sencillo que reconozca nuestra necesidad constante de la presencia de Dios en nuestras vidas. El orgullo que comúnmente acompaña a los que piensan que por su actividad religiosa los hace invitados especiales a la mesa es en realidad un impedimento para ocupar un lugar entre los invitados de Cristo.
Los educadores cristianos somos mensajeros que anuncian la oportunidad abierta de asistir al banquete celestial. La enseñanza con la unción del Espíritu Santo proclama que la invitación sigue disponible para todos. El mismo Espíritu Santo nos recuerda que somos hijos de Dios e invitados especiales a la mesa (Rom. 8:16). ¡Qué placer y qué privilegio es disfrutar de la presencia de Dios e invitar a otros a que hagan lo mismo!